Las 400 Charos

1. – En el Canto XXXIII del Infierno, Dante se encuentra en el Noveno Círculo con Ugolino della Guerardesca, un conde pisano de origen gibelino que se pasó al bando de los güelfos para entregarles Pisa. Años después, los gibelinos recuperaron la ciudad y como revancha le encerraron junto a sus hijos y nietos en una torre donde fueron abandonados para que murieran de hambre. Fueron hijos y nietos los primeros en morir y para Ugolino fue más fuerte la «inedia que el dolor» . Encuentro realmente curioso que Dante reservase el lugar más profundo del Infierno a los traidores a su patria y a su familia. Pero encuentro aún más curioso el paralelismo entre Ugolino y cierta generación, ya que ambos no contentos con arruinar la vida de su descendencia, acaban devorando lo poco que queda de ellos para alargar unos días su vida.

2. – Este humilde servidor ya dedicó un artículo sobre la generación del Baby Boom el año pasado. Poco más queda que decir de ellos, así que será mejor que dediquemos nuestro tiempo a los que están en el otro lado de la cuerda, a su descedencia más joven, los llamados Zoomers. Hay quien piensa que las generaciones no existen realmente más allá de los análisis de mercado y consumo y que realmente todos los hombres de 20 años son iguales a todos los hombres de 20 años a lo largo de la Historia. Aunque hay bastante verdad en esto, no quiere decir que los Zoomers no sean una generación con su lugar propio en el curso histórico. Si los Boomers fueron la generación que disfrutó del punto álgido de la fiesta —de ahí que sean tan avariciosos— y los Millennials son la generación para la que las luces se apagan justo antes de que entren —de ahí que seamos tan lloricas—, los Zoomers son la generación a la que le toca pagarla sin ni siquiera haber hecho el botellón de antes de entrar. Para colmo de males, la fiesta ha dejado muchas secuelas y agravios, y por alguna razón desconocida, los varones de la Generación Z también tienen que tragar con el dedito acusador de los mayores por las travesuras y guarrerías que realmente hicieron estos últimos mientras duró la juerga.

No hay acuerdo sobre cuál es exactamente el año de corte para ser considerado parte de esta generación, el consenso parece ser durante mediados de la década de los 1990s. En cualquier caso, esto es irrelevante, ya que es suficiente para colocar al Zoomer en un punto temporal en el que sólo hay recuerdos de una España que está sumida en la ruina económica y en la crispación política. Una España que degenera en todos los aspectos a cada año que pasa. De ahí que sea una generación en la que no existe el término medio ni el centro centrado, ésas son posturas ideológicas de lujo para individuos cuyos años de desarrollo ocurrieron en tiempos de abundancia y optimismo. Por contra, los tiempos aciagos requieren de posiciones que exigen retratarse y quedar mal con la otra mitad del país. A nadie que sea consciente de todo esto le puede sorprender que el partido más votando por los varones menores de 24 años sea Vox. Pero hay otro hecho relevante que quizás no es muy obvio. Durante la corta historia de internet, este sector demográfico ha sido siempre el más activo y creativo, el que crea las modas, tendencias y memes de cada época. Por eso, Españabola tiene absoluta razón cuando tuitea lo siguiente:

Y esto preocupa mucho a los que quieren que la barca no se menee mucho. ¿Y quiénes quieren esto? Una coalición negativa pero muy amplia que va desde el liberal-conservador hasta la progre interseccional pasando por todo lo que hay en medio. De ahí que intenten desactivar continuamente a este grupo, bien acusándoles de no existir —son bots creados en granjas rusas— o de extremistas para mantener el status quo y que no se haga nada. El posible objetivo es desmoralizar, que la inercia creativa del joven radicalizado no vaya más allá de unas gracietas cibernéticas y que no acabe traduciéndose en un movimiento real en la calle. Pero hay ciertas situaciones que no se pueden mantener permanentemente sin que el saco se rompa por alguna costura. Es cuestión de tiempo que esta escena tenga una traslación que tenga efectos tangibles en la política española. Liderar esta traslación está ahora mismo en las manos de ellos mismos, si no lo hacen, acabará instrumentalizada por políticos arribistas como ya ha pasado históricamente con otros movimientos juveniles. Siendo el caso más reciente el del 15M, que partía de analisis de lo material muy similares a los actuales —los problemas de la juventud no han cambiado—, pero proponía soluciones diametralmente opuestas que paradójicamente acabaron profundizando en el deterioro del tejido social y desuniendo lo que no hacía falta desunir —siendo la guerra de sexos el ejemplo más palmario. Pero aquello fue un movimiento de Millennials, lo que está por venir será diferente porque estamos hablando de un tipo humano diferente y que trataré de definir brevemente.

Fuera de la esfera de los extremadamente en línea, se suele mezclar indistintamente a Millennials y Zoomers, ya que se piensa que las generaciones vienen definidas exclusivamente por franjas de años, a lo que se suma el relacionar lo Millennial con lo joven y el mundo post-analógico. Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que cada generación tiene un hito. Por ejemplo, los Boomers son la generación de la abundancia generalizada y la Guerra Fría mientras que los Generación X son la de la Caída del Muro y la Globalización. Millennials y Zoomers comparten el haber crecido en un mundo digital, pero hay una diferencia significativa entre ellos, los primeros aún recuerdan el mundo anterior, los segundos no. Para ellos nunca existió la promesa de éxito profesional y vital a través de trabajo duro, estudios superiores y talento inteligentemente aplicado. Los Zoomers no se decepcionan como los Millennials porque su punto de partida es diferente, los primeros saben desde la casilla de salida que the game was rigged from the start y ni se molestan en participar en las pantomimas del orden liberal post-1945 y el Régimen del 78. Por lo tanto, podemos decir que los Zoomers son por encima de todo la generación de la pérdida de la inocencia.

3. – La película francesa Los 400 Golpes (François Truffaut, 1959) cuenta la historia de un niño parisino (Jean-Pierre Léaud) que es un poco travieso pero de buen corazón. Sin embargo, una serie de pequeños sinsabores casi imperceptibles —le castigan sólo a él por cosas que está haciendo toda la clase, su madre es una golfa y le hace desaires, su padre es un hombre blandengue, etcétera— van golpeando poco a poco al joven protagonista hasta que acaba convirtiéndose en un delincuente juvenil. Es decir, no hay un único hecho traumático que le transforme, sino centenares de decepciones con el mundo que le van haciendo perder la inocencia, de ahí el título de la película.

Pero la mención a ésta no es casual, lo hago porque ejemplifica cuál es mi impresión sobre la situación de los Zoomers españoles. Ellos especialmente. Su vida ha sido algo parecido, aguantar el dedito en el hombro acusándoles continuamente en el colegio, en la televisión, en el cine y hasta en el deporte. Las acusaciones son variopintas, pero se pueden resumir todas en una mismo pecado original: no son niños, son niñas defectuosas. Y modificar esto es algo que los aparatos educativo y mediático parecen tener como principal objetivo . A veces se hace de manera explícita, pero en la mayoría de las veces se hace de manera sibilina. De la manera que se puede esperar de las Charos, mediante comentarios despectivos e intentos de ostracismo social. Del mismo modo que Antoine Doinel fue radicalizado por 400 golpes, nuestros Zoomers fueron radicalizados por 400 Charos.

Mis esperanzas están puestas en esta generación, ya que pienso que todas las anteriores nos hemos autodescalificado de una manera u otra. Lo que está por ver es si su rebelión llega a algún lado o simplemente acaba repentinamente al encontrarse con la playa.

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