
No suelo caer en la trampa del fenómeno literario del año porque los libros que leo son en su mayoría viejos o de segunda mano, pero tengo que reconocer que he caído con Feria (Círculo de Tiza, 2020). Y aún así lo he hecho tarde. Lo que se me ha vendido es un retrato conservador de una España que ya no existe en forma de novela, aunque tras leer un par de entrevistas con Ana Iris Simón y tener la impresión de que ella estaba hablando de un ensayo, hay quien sigue refiriéndose a Feria como novela.
Feria es en realidad un libro de memorias, no una novela. Es decir, es alguien relatando y reflexionando sobre su experiencia vital, no una obra de ficción. Lo que me lleva a mi problema principal con el fenómeno Feria, no tanto con Ana Iris Simón o el contenido del libro en sí. La clase periodística de este país está tan alejada de la realidad y de los temas de los que habla la gente normal, que lo expuesto en Feria les parece una obra literaria. Hay una frase lapidaria en la contraportada que dice lo siguiente:
Feria es una oda Salvaje a una España que ya no existe, que ya no es.
Dejando al margen que la familia de Simón es un poco sui generis, descendiente de feriantes por el lado materno y de militantes del PCE por el paterno, lo que se relata y lo que sucede es de lo más común para los españoles normales y corrientes fuera de la burbuja mediática de la Almendra Central. No te tienes ni que ir a Ontígola, la gente normal tiene las mismas costumbres, aspiraciones y ansiedades en Aluche o Villaverde. Y si me apuras y dejando el aspecto económico a un lado, en Chamberí y Chamartín. Por lo que no es ni un fenómeno de Madrid siquiera, es un fenómeno circunscrito a una clase profesional que se ha automemeado en confundir Twitter con la realidad. Las redes sociales son una tecnología que exacerba el narcisismo de las personas, por lo que es incluso entendible que en su solipsismo y narcisismo profesional, haya quien se confunda y piense que su vida desordenada es lo normal mientras quequerer a tu familia extendida y apreciar tus raíces es algo moribundo.
Douglas Murray señala en Madness of Crowds que la mayoría de libros de chatarra woke que se han convertido en un fenómeno de ventas suelen ser memorias escritas por millennials, especialmente en el terreno feminista. Esto significa que estos libros no se caracterizan por el pensamiento particular, por el avance de ideas novedosas o la erudición de sus autores, sino que siendo estos individuos carentes de talento o sabiduría, sólo les queda vender su resentimiento. Las memorias suelen estar escritas por gente en el ocaso de su vida o que, siendo relativamente jóvenes, han tenido una vida frenética o interesantísima. Pero no es éste el caso con los libros a los que se refiere Murray, lo único que tienen que ofrecer estos autores suelen ser sus agravios y dramas de burgués aburrido. No es exactamente el caso de Ana Iris Simón, pero ella es una autora de 29 años, no es extraordinariamente brillante y ha tenido una vida relativamente común, lo que sí tiene son unos cuantos agravios. Se lo ha clasificado de un libro de corte conservador y esto está bastante lejos de la realidad. Esto no es culpa de la autora, que no me consta que se haya definido como tal, sino de quiénes lo han definido así. Ana Iris Simón no es que sea de izquierdas, es que probablemente sea de extrema izquierda. Esto no es en sí un problema, personalmente me da exactamente igual la ideología de los autores de las obras que leo siempre y cuando yo pueda extraer algo que aprender. No es el caso de Feria. El factor diferencial es que Ana Iris es una mujer normal y con sentido común que está rodeada de majaderos de clase media-alta con ideas disparatadas. Y éste es el truco que ha sabido explotar, su propio chiponshoulderism por ser de extracción humilde y no encajar en el mundillo de la Cultura. En ciertos pasajes del libro relata conversaciones con sus amigas sobre la deconstrucción del amor romántico o las nuevas masculinidades. Lo siento Ana Iris, pero es que la gente normal no habla de esas cosas. Y no uso normal como peyorativo ni como sustitutivo de inculta, estoy incluyendo a personas con estudios superiores y que leen a menudo. Simplemente sudan de esos temas, os importan a cuatro gatos que tenéis un megáfono a mano, pero no al resto.
Pero la entiendo perfectamente, yo también soy un provinciano, nieto de jornaleros y de un barrio cutre, también he tenido 21 años, también he pensado que si veía las mismas películas que esa gente tan sofisticada que vive en el centro yo sería tan sofisticado como ellos. Pero basta ver dos películas de la Nouvelle Vague, leer tres párrafos de Foucault y hablar con ellos cuatro minutos para darse cuenta de que todo es filfa y una excusa para señalizar su estatus. Afortunadamente, yo no me tengo que buscar la vida escribiendo ni entre los prescriptores culturales, así que en cuanto vi el percal, me largué. Yo creo que este es el núcleo de la cuestión. Ana Iris vive en la contradicción de tener que pertenecer a un subgrupo para ganarse el pan, pero al que detesta moralmente. Ésta es la viruta en el hombro que usa para su avance profesional. Por suerte para ella, con Feria parece que ha encontrado una manera de mandarles a tomar viento y seguir viviendo de escribir.
A todo esto, hay que sumar la cuestión de la mujer. Si Feria estuviese escrito por José Antonio Simón no habría pasado de unas entradas de blog o un hilo de Twitter. Agradezco que introduzca localismos, yo también soy hablante de una variante no-prestigiosa del castellano y esas cosas me gustan. Pero en general la escritura es pobre, su estilo es demasiado amateur, falta edición y revisión. Podríamos decir que es una especie de Lorena G. Maldonado pobre, más leída y, sobre todo, mucho menos salida.
Después de despellejar a la pobre Ana Iris, me gustaría señalar que todos los pasajes relativos a su familia feriante son sin duda los más brillantes, hubiese sido mucho más interesante si hubiese dedicado todo el libro a este aspecto. Es aquí donde se encuentra lo extraordinario y desconocido de su vida, quizás hubiese sido pertinente que nos hubiese provisto de una actualización al tiempo presente de Gárgoris y Habidis en lo referido a las razas malditas que habitan España.
Dejando al margen todo el buzz mediático alrededor de Feria, el problema con éste es que a la autora le faltan madurez y experiencias como para embarcarse en unas memorias. Va hacia algún lugar, pero de momento da la sensación de que está a medio camino. Desde luego que prefiero a Ana Iris Simón antes que a todos sus compañeros de promoción, espero que en el futuro y con más tiros dados me pueda sorprender, pero de momento sólo puedo decir que Feria me ha parecido decepcionante, con lo cual, no responsabilizo del todo a la autora, sino que me incluyo a mí y a mis expectativas.
(Este artículo fue publicado originalmente en un anterior blog en 2021)
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